jueves, 25 de junio de 2009

Nosotros mismos, desconocidos

Sobre Nietzsche, "La Genealogía de la moral":
Si bien el tema de la moral (o de la falta de) me resultó interesante, aquello que capturó más mi atención fue el prólogo, el que prometía algo que se podría haber abordado diferente:

“Nosotros los que conocemos somos desconocidos para nosotros, nosotros mismos somos desconocidos para nosotros mismos: esto tiene un buen fundamento. No nos hemos buscado nunca, - ¿cómo iba a suceder que un día nos encontrásemos?”

“Necesariamente permanecemos extraños a nosotros mismos, no nos entendemos, tenemos que confundirnos con otros, en nosotros se cumple por siempre la frase que dice «cada uno es para sí mismo el más lejano», en lo que a nosotros se refiere no somos «los que conocemos»...”

Él luego habla más sobre la “motivación” que lleva al ser humano a hacer lo que hace, en tanto sus conceptos de lo que es bueno y lo que no, en tanto si esclavo o noble, y la discusión en torno a lo que se creía que era ser aquello, y a lo que según Nietzsche es pero mi mente, al leer el prólogo, derivó en sus propias y apresuradas conclusiones, teorías e hipótesis muy a la pasada sobre lo que iba a tratar el libro, algo que se le asemeja, mas a la vez es ligeramente distinto: La definición de identidad del propio sujeto en torno al cuestionamiento de su propia moral, basándose en los conceptos de bueno y malo que le han enseñado y que serían a continuación desvirtualizados por el autor del libro, para así poder llegar a un nivel de indagación más profundo, que conlleve a la búsqueda de identidad del ser en tanto unión, todo siendo parte del Ser y a la vez su diferencia. La conclusión sería un tanto desmotivante para el lector no experimentado, un abrir de ojos casi brusco a una realidad que creyó poseer y de la que sólo resultó ser una mera parte, como una fibra en un tejido, al enterarse de que la misma identidad que busca, que no ve, que no sabe, que cree similar aunque diferente, que la mira en el reflejo del espejo, no es más que una ilusión creada junto con la promesa primera del “hombre” como “animal de conocimiento” y “centro del cosmos”.

No sabemos qué es lo que nos lleva a hacer las cosas que hacemos, y este texto te explica: O es por utilidad o por interés, o el que no hace nada, como sea que actúes, es en forma egoísta. Más allá de las cosas, todo lo que eres ya te define, y para qué definirte, si eres uno más de muchos más iguales. Lo único que podría diferenciarse es aquel redentor que está dispuesto, casi como en el mito del minotauro, narrado en la obra de ficción con el punto de vista de la misma bestia, “La casa de Asterión”, de Jorge Luis Borges, donde espera a su redentor para darle fin a su patética existencia – Él mismo no poseía la misma moral del resto de los humanos, y por ello, hubo de ser muerto por Teseo. Dentro de su mente, él sólo jugaba con los prisioneros, para el resto, mataba a todo aquel que encontrara dentro de su laberinto, sin misericordia. El redentor de Nietzsche funciona parecido a Teseo; un hombre capaz de hacer promesas.

En el tercer tratado, Nietzsche describe las capacidades que hacen falta para que el hombre sea un animal capaz de hacer promesas: Hay que luchar contra la capacidad de olvido, pues es una fuerza activa comparada con la digestión: “de igual modo que sólo una pequeña porción de alimentos es digerida, sólo una pequeña parte de lo que es vivido es asimilado anímicamente”. La capacidad de olvido mantiene así la salud anímica, la tranquilidad, la jovialidad del animal-hombre. Pero para poder hacer promesas, el hombre tuvo que crear una facultad opuesta (la memoria) que hace que la capacidad de olvido quede en suspenso en algunos casos.

Dotado de memoria, el hombre deja de ser imprevisible y sorprendente para convertirse en un ser regular, necesario, calculable. Es el individuo soberano, el individuo autónomo que puede liberarse de la etnicidad de las costumbres y actuar libremente. Surge así la responsabilidad, el individuo capaz de responder de sí mismo y por tanto de hacer promesas. Además este individuo tiene conocimiento de esa responsabilidad, y ese conocimiento grabado en lo más profundo de su ser se convierte en un instinto dominante al que le llama conciencia.

Pero Nietzsche nos revela lo que hay detrás de ese fruto maduro que es el hombre responsable capaz de hacer promesas; Llegar a él ha requerido un largo proceso en el que para hacerle una memoria se ha tenido que utilizar el dolor. Los martirios, la sangre, los sacrificios, han sido los instrumentos para conseguir la memoria en el hombre.

Cito nuevamente: “(…) Así también nosotros nos frotamos a veces las orejas después de ocurridas las cosas y preguntamos, sorprendidos del todo, perplejos del todo, «¿qué es lo que en realidad hemos vivido ahí?», más aún, «¿quiénes somos nosotros en realidad?» y nos ponemos a contar con retraso, como hemos dicho, las doce vibrantes campanadas de nuestra vivencia, de nuestra vida, de nuestro ser -¡ay!, y nos equivocamos en la cuenta...”

El tratado segundo del texto toma esa idea que yo tenía de forma más cercana, hablando de factores definitivos en la construcción de un “sujeto moderno”, el tratado de la psicología de la conciencia. Se trata de buscar el origen de todo aquello que es necesario para que surja la conciencia que haga del animal-hombre un sujeto moral. La pena, la culpa, el resentimiento, la consciencia y la conciencia. Pero, nuevamente, no de la manera en la que yo esperaba.

Su construcción de sujeto es puramente en tanto parte buena versus parte mala. Y así es todo, realmente. Incluso el Ser, la Sustancia primordial, está compuesta de opuestos combatiendo infinitamente en igualdad de diferencia. Por ende, todo ser humano también tiene esa dualidad, pero de forma finita. Algún día, moriremos, y eso es lo que nos hace vivir y nos hace esforzarnos por elegir un bando: Es gran parte de nuestra vida entonces dedicada a elegir minuciosamente aquel bando “por el que vamos a vivir”.

Y por eso, todos los días, alguien duda: ¿A quién es a quien miro a través del reflejo del espejo?

Todo se reduce a una mera interpretación de la realidad – depende de cuánto veas para saber dónde estás parado. ¿Y si no eres uno de los dos lados, sino el mismo espejo?



PD: busquen "La casa de Asterión" en Google y les va a aparecer, léanlo, les tomará menos que leer esto y vale la pena.

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