domingo, 8 de marzo de 2009
Muerte 2.0
Soñé con la muerte de nuevo, pero esta vez en un contexto de historia: Estábamos en unas catacumbas donde habían muchas, muchas weas (entre ellas, figuritas de las Sailors que les iba a llevar al aquelarre - a pesar de la mayoría estar mal pintadas, había una Mercury completamente negra xD), y como cualquier catacumba, tenía sus peligros por todos lados. Uno de ellos era que no podías regresar de cuarto, porque aparecería la muerte y te llevaría. Hasta ese punto, eramos una party normal, que, si no me equivoco, eramos mami, Nico, Kathy y yo, pero todas épicas.
Por alguna estupidez que no me acuerdo, cambió la party, ahora yo siendo el flacucho y débil esposo de una mujer tremenda de gorda y abusadora. Recuerdo que decidí escaparme de ella porque - creo que - la había engañado y ella se había enterado, y abanicaba una tabla con un clavo (o algún otro tipo de arma completamente random y rústica) para terminarme. Decidí huir, estúpidamente, yendo a los anteriores cuartos mientras el resto de la party seguía el camino.
Tenía mi iPod - con su cobertura rosada y too - y quería encenderlo para tranquilizarme. La mujer entonces me empezó a perseguir. Todo era de piedras oscuras, no se veia mucho, las antorchas apenas y encendían. Intentaba huir de ella sin tropezarme con los múltiples cuerpos regados por todo el piso, pero parecía inútil. En eso, unos flashes nos cegaron. Una mujer y un hombre, early 30's, aparecieron con un par de armas de fuego con linternas y nos apuntaron. Tenían una pinta muy cool. La mujer tenía una cola de caballo alta y ojos de diferente color, curvilínea, un par de tatuajes, y mostraba mucha peil (lol no Lara Croft, más real y badass). El hombre estaba lleno de cortes, era bien grande, tenía un parche en el lado derecho de la cara, pelo corto, barba descuidada. Ambos eran castaños, ambos se veían absolutamente confiados. El hombre balbuceó algo que no recuerdo y bajaron su armas, la mujer la dejó colgando de su hombro y encendió un cigarro, el hombre se sentó en una silla y apoyó ambos pies sobre la mesa partida a la mitad.
- ¿Son estos dos? -Preguntó ella, exhalando una gran bocanada de humo.
Mi esposa se espantó e intentó correr hacia el siguiente cuarto, pero más rápida de lo que mis ojos podían ver en la oscuridad, la mujer soltó el cigarro en el aire, agarró un látigo de su cadera derecha, lo elevó por sobre su hombro y lo azotó hacia ella, agarrándola justo de su minúsculo tobillo y haciéndola rebotar en el suelo. Alcanzó a agarrar el cigarro con su otra mano sin ningún problema. En menos de un instante, mientras yo me giraba a ver cómo la tremenda ballena rosada se caía, el hombre que estaba sentado junto a la mesa apareció junto a mi esposa, su ropa cayendo más lento de lo que le había tardado en llegar, y con un solo movimiento de brazos, justo cuando terminaba de caer, le hizo una amarra al cuello como si fuera una vaca y aseguró el otro extremo a su potente mano derecha, protegida por una especie de guante de hierro. Creo que el temblor alertó a todo el resto de la party, porque juré escuchar más movimientos de la cámara de donde veníamos alejarse de nosotros. El hombre miró de vuelta a mi perplejidad. Tenía miedo, mucho miedo.
Ellos eran "la muerte" de la que hablaban.
No quería que me llevaran. No quería morir, me aterré, entré en pánico, así que agarré mi iPod y lo arrojé lejos, donde no se lo pudieran llevar. LOL viva mi razonamiento. Al parecer era el simbolismo de algo más, de mi legado que quiero dejar. Aún así, estaba más aterrada de lo que le pudiera pasar, que lo destruyeran, que lo malusaran, etc... Más que nada, que lo abandonaran a su suerte y que nadie lo cuidara como yo lo cuidé. Interesante...
La cosa es que de un momento a otro, nos tenían acorralados, el hombre tapando el siguiente cuarto y la mujer moviendo la vieja y corroída estufa hacia la salida como si fuera un simple banquito. Mi esposa comenzó a comportarse como una vaca y una ballena a la vez, quizá por el collar que le puso el hombre. Él lo disfrutaba con una gran sonrisa burlona en la cara. La mujer se limpió el polvo y ceniza de las manos y me miró, como preguntándome si estaba listo. ¿Era eso realmente la muerte?
La mujer se acercó a mí y yo me incliné en el suelo, pidiendo clemencia. Ella dijo que sabíamos que el volver significaba morir, así que no sea cobarde y que lo aceptara como el hombre que era.
Uy, la wea chan xD Tiene muchos sentidos.
Entonces me preguntó cómo quería morir. Yo le dije que no quería, ella dijo que no tenía derecho a pedir eso. Entonces me ofreció varios métodos. Uno de ellos era enterrarme de esos fierritos para afirmar la carpa al suelo como si fueran dardos, y el hombre felizmente me lo demostró: La gorda pareció recobrar su cordura e intentó huir, pero apenas dio un paso en dirección al siguiente cuadro, el hombre sacó uno de los "mostrarios" de su compañera y lo arrojó tal como si fuera un dardo a su espalda. Bull's eye. Cayó muerta de inmediato.
De ahí en adelante, el hombre sólo se entretuvo en jugar con el cuerpo de la gorda.
Imploré por piedad, no quería sentir dolor - lo podía imaginar. Entonces me fue ofreciendo otros métodos - al parecer le caía bien -, y yo los rechazaba todos. Eran tortura. Aceptando entonces mi final inevitable, le pedí si, por favor, me podía noquear antes para no sentirlo. Ella rió como si fuera un juego y dijo que no había problema. Agarró el gigantesco tubo de la estufa, hecho de hierro, y me lo aventó en la cabeza.
Estúpidamente, no me noqueó, pero me dolió mil años. Lo había detenido con mis dos flacuchos y tembleques brazos.
Ahora el hombre se había acercado a nosotros. Los dos me miraron sorprendidos, pero aún sonrientes. Nadie había sobrevivido una cosa así. Yo no entendía tampoco, se había arruinado la oportunidad de morir sin sentir nada. Ellos rieron mil años por mi cara de desilusión y rabia, y me dijeron "¿sabes qué más? Ándate, por favor XD". Y ta-dah. Me habían liberado.
Apenas me recuperé, fui directamente a buscar mi iPod, que gracias a su cubierta rosada, lo encontré al instante. Pero las salidas estaban bloqueadas, así que obligado tuve que volver a donde estaban ellos. El hombre estaba atando a la gorda como si fuera un cerdo, todas sus extremidades juntas. La mujer lo miraba, sentada en la estufa, fumando el cigarro que parecía no querer acabarse.
No se extrañaron por mi vuelta, pero empezaron a hablar de cómo quería morir de nuevo. Yo creí que me había salvado, y cuando ellos se dieron cuenta, se miraron mutuamente y reventaron de risa.
- ¿Qué no te lo dijimos? Nadie se salva.
De nuevo, la mujer me agarró y me dio un nuevo "menú" de posibilidades. Yo ahora estaba desesperado y lloraba como magdalena. Mientras preparaba uno de los mostrarios, habló un poco con el hombre, que no recuerdo bien qué hacía con la gorda, pero me tinca que la descueraba como si se la fuera a comer, sobre por qué, si yo era tan fuerte como para oponerme a ellos y sujetar tremendo caño, no podía enfrentarme a mi propia esposa. Yo me lo pregunté también, y supuse que, después de tantos años de abusos, sabía defenderme físicamente (aunque no lo pareciera), pero no le podía llevar la contraria, así que siempre terminaba hecho pelota después de una discusión, yo siempre siendo el culpable.
La mujer rió y dijo: - ¿Viste? Sí te las podías - Y rió -, pero ya no hay nada que puedas hacer.
Intenté noquearme de nuevo con el caño, muy, muy temeroso de cuánto pudiera herirme, pero ya quería terminar con todo eso.
No recuerdo qué más pasó. Pero creo que había fallado de nuevo, y la mujer parecía estarse cansando de mi actitud.
Creo que no duré mucho más que eso.
Por alguna estupidez que no me acuerdo, cambió la party, ahora yo siendo el flacucho y débil esposo de una mujer tremenda de gorda y abusadora. Recuerdo que decidí escaparme de ella porque - creo que - la había engañado y ella se había enterado, y abanicaba una tabla con un clavo (o algún otro tipo de arma completamente random y rústica) para terminarme. Decidí huir, estúpidamente, yendo a los anteriores cuartos mientras el resto de la party seguía el camino.
Tenía mi iPod - con su cobertura rosada y too - y quería encenderlo para tranquilizarme. La mujer entonces me empezó a perseguir. Todo era de piedras oscuras, no se veia mucho, las antorchas apenas y encendían. Intentaba huir de ella sin tropezarme con los múltiples cuerpos regados por todo el piso, pero parecía inútil. En eso, unos flashes nos cegaron. Una mujer y un hombre, early 30's, aparecieron con un par de armas de fuego con linternas y nos apuntaron. Tenían una pinta muy cool. La mujer tenía una cola de caballo alta y ojos de diferente color, curvilínea, un par de tatuajes, y mostraba mucha peil (lol no Lara Croft, más real y badass). El hombre estaba lleno de cortes, era bien grande, tenía un parche en el lado derecho de la cara, pelo corto, barba descuidada. Ambos eran castaños, ambos se veían absolutamente confiados. El hombre balbuceó algo que no recuerdo y bajaron su armas, la mujer la dejó colgando de su hombro y encendió un cigarro, el hombre se sentó en una silla y apoyó ambos pies sobre la mesa partida a la mitad.
- ¿Son estos dos? -Preguntó ella, exhalando una gran bocanada de humo.
Mi esposa se espantó e intentó correr hacia el siguiente cuarto, pero más rápida de lo que mis ojos podían ver en la oscuridad, la mujer soltó el cigarro en el aire, agarró un látigo de su cadera derecha, lo elevó por sobre su hombro y lo azotó hacia ella, agarrándola justo de su minúsculo tobillo y haciéndola rebotar en el suelo. Alcanzó a agarrar el cigarro con su otra mano sin ningún problema. En menos de un instante, mientras yo me giraba a ver cómo la tremenda ballena rosada se caía, el hombre que estaba sentado junto a la mesa apareció junto a mi esposa, su ropa cayendo más lento de lo que le había tardado en llegar, y con un solo movimiento de brazos, justo cuando terminaba de caer, le hizo una amarra al cuello como si fuera una vaca y aseguró el otro extremo a su potente mano derecha, protegida por una especie de guante de hierro. Creo que el temblor alertó a todo el resto de la party, porque juré escuchar más movimientos de la cámara de donde veníamos alejarse de nosotros. El hombre miró de vuelta a mi perplejidad. Tenía miedo, mucho miedo.
Ellos eran "la muerte" de la que hablaban.
No quería que me llevaran. No quería morir, me aterré, entré en pánico, así que agarré mi iPod y lo arrojé lejos, donde no se lo pudieran llevar. LOL viva mi razonamiento. Al parecer era el simbolismo de algo más, de mi legado que quiero dejar. Aún así, estaba más aterrada de lo que le pudiera pasar, que lo destruyeran, que lo malusaran, etc... Más que nada, que lo abandonaran a su suerte y que nadie lo cuidara como yo lo cuidé. Interesante...
La cosa es que de un momento a otro, nos tenían acorralados, el hombre tapando el siguiente cuarto y la mujer moviendo la vieja y corroída estufa hacia la salida como si fuera un simple banquito. Mi esposa comenzó a comportarse como una vaca y una ballena a la vez, quizá por el collar que le puso el hombre. Él lo disfrutaba con una gran sonrisa burlona en la cara. La mujer se limpió el polvo y ceniza de las manos y me miró, como preguntándome si estaba listo. ¿Era eso realmente la muerte?
La mujer se acercó a mí y yo me incliné en el suelo, pidiendo clemencia. Ella dijo que sabíamos que el volver significaba morir, así que no sea cobarde y que lo aceptara como el hombre que era.
Uy, la wea chan xD Tiene muchos sentidos.
Entonces me preguntó cómo quería morir. Yo le dije que no quería, ella dijo que no tenía derecho a pedir eso. Entonces me ofreció varios métodos. Uno de ellos era enterrarme de esos fierritos para afirmar la carpa al suelo como si fueran dardos, y el hombre felizmente me lo demostró: La gorda pareció recobrar su cordura e intentó huir, pero apenas dio un paso en dirección al siguiente cuadro, el hombre sacó uno de los "mostrarios" de su compañera y lo arrojó tal como si fuera un dardo a su espalda. Bull's eye. Cayó muerta de inmediato.
De ahí en adelante, el hombre sólo se entretuvo en jugar con el cuerpo de la gorda.
Imploré por piedad, no quería sentir dolor - lo podía imaginar. Entonces me fue ofreciendo otros métodos - al parecer le caía bien -, y yo los rechazaba todos. Eran tortura. Aceptando entonces mi final inevitable, le pedí si, por favor, me podía noquear antes para no sentirlo. Ella rió como si fuera un juego y dijo que no había problema. Agarró el gigantesco tubo de la estufa, hecho de hierro, y me lo aventó en la cabeza.
Estúpidamente, no me noqueó, pero me dolió mil años. Lo había detenido con mis dos flacuchos y tembleques brazos.
Ahora el hombre se había acercado a nosotros. Los dos me miraron sorprendidos, pero aún sonrientes. Nadie había sobrevivido una cosa así. Yo no entendía tampoco, se había arruinado la oportunidad de morir sin sentir nada. Ellos rieron mil años por mi cara de desilusión y rabia, y me dijeron "¿sabes qué más? Ándate, por favor XD". Y ta-dah. Me habían liberado.
Apenas me recuperé, fui directamente a buscar mi iPod, que gracias a su cubierta rosada, lo encontré al instante. Pero las salidas estaban bloqueadas, así que obligado tuve que volver a donde estaban ellos. El hombre estaba atando a la gorda como si fuera un cerdo, todas sus extremidades juntas. La mujer lo miraba, sentada en la estufa, fumando el cigarro que parecía no querer acabarse.
No se extrañaron por mi vuelta, pero empezaron a hablar de cómo quería morir de nuevo. Yo creí que me había salvado, y cuando ellos se dieron cuenta, se miraron mutuamente y reventaron de risa.
- ¿Qué no te lo dijimos? Nadie se salva.
De nuevo, la mujer me agarró y me dio un nuevo "menú" de posibilidades. Yo ahora estaba desesperado y lloraba como magdalena. Mientras preparaba uno de los mostrarios, habló un poco con el hombre, que no recuerdo bien qué hacía con la gorda, pero me tinca que la descueraba como si se la fuera a comer, sobre por qué, si yo era tan fuerte como para oponerme a ellos y sujetar tremendo caño, no podía enfrentarme a mi propia esposa. Yo me lo pregunté también, y supuse que, después de tantos años de abusos, sabía defenderme físicamente (aunque no lo pareciera), pero no le podía llevar la contraria, así que siempre terminaba hecho pelota después de una discusión, yo siempre siendo el culpable.
La mujer rió y dijo: - ¿Viste? Sí te las podías - Y rió -, pero ya no hay nada que puedas hacer.
Intenté noquearme de nuevo con el caño, muy, muy temeroso de cuánto pudiera herirme, pero ya quería terminar con todo eso.
No recuerdo qué más pasó. Pero creo que había fallado de nuevo, y la mujer parecía estarse cansando de mi actitud.
Creo que no duré mucho más que eso.
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1 comentario:
Shiaaa el final me pasa a cada rato.
Justo en ese momento me siento bien agotada, donde; aunque pueda aun quedarme mas que dos minutos sin parpadear, la luz sea bien tenue, entre negro fondo y luz celeste; no tengo a nadie que me ayude y ya se me acabó el AP (lol?), mientras lo malo asi ya se harta aunque no le haya perjudicado ni bien le haya ayudado en cualquier cosa, le dan los monos y le pone OFF al sueño para que vuelva a quedarme en un espacio medio azul verdoso mientras despierto. La cagaaaaaa.
Y que cruo tu sueño, son entretes cuando significan algo. Y el pobre Ipod ahi por poco asi "Hanaaaaaa~٩๏̯͡๏ " loldeformed.
No me deja comentar!! >_>
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