sábado, 16 de junio de 2007

El Rey es incomible

Estaba pensando el otro día… Nah, para qué miento, estaba mirando al techo del mall, completamente ida después de caminar por mucho rato y estar de pie mientras nos hablaban de Palestina, cuando, entre la bulla de cualquier patio de comidas, recordé cuando los dos fuimos al Oeste, creo. Comimos como cerdos, quedamos rechonchotes y rebosantes de alegría, y más encima compramos helado, si no mal recuerdo. Sonreí sola y la Ne, con quien fui a trabajar a Patronato, me preguntó qué pasaba. Yo le expliqué, “recordaba la última vez que mi papá me acompañó a uno de estos”. Inmediatamente me cambió el tema, pero yo mantuve el recuerdo en mente por harto rato después. No recordando lo que pasó después, sino ese instante cuando terminamos de comer y apenas podíamos respirar. No recordé de qué conversamos, pero recordé otras veces que comimos juntos y con una sonrisa en la cara. Cuando nos marchábamos, divisé la fila para los baños (era tarde y sábado, estaba todo lleno) y se me vino a la cabeza la vez que me compraste un helado de los artesanales frutales esos y que te esperé bobamente de pie, y te esperé, y te esperé, y no aparecías. Casi choco contra alguien en ese momento, pero eso no va al caso. Miré a todos lados e instintivamente busqué tu mano. Al ver, en vez de a un hombre grande y alto, a la Ne, volví a la realidad.

Tu mano. Cuando chiquitita sólo podía agarrar tu meñique y hasta me faltaban dedos para agarrarlo completo. Aún más chiquitita, mi ser completo entraba en tu mano. Siempre me pareció que podrías realmente tapar el sol con ella. Y a pesar de todo lo que haces con ella, de todo lo que has hecho, son bonitas. No son ásperas, ni están manchadas, ni tienen cortadas o cosas feas, como esperaría cualquiera. Son manos que cuidan, que me cuidaron y me acariciaron varias veces en la cabeza, sabiendo cuánto me gustaba. Manos que me protegen. Manos que trabajan duro y puntiagudo para hacer mi vida y la vida de mi familia digna y darnos lo que merecemos; felicidad. Nunca nos faltó nada, ni nos faltará, gracias a ti y a tus manos. Manos que dan. Manos que me enseñaron a agarrar un lápiz. Manos que me acompañaron al entrar a la U. Manos que intentan enseñarme a manejar a pesar de mi torpeza.

Gracias por tu esfuerzo, papi. Feliz día del padre.
Con musho, musho cariño,
Stephy

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Lei una entrada anterior
ke alude a la argentina y el desastre de final cut...yo me saque un 41, imaginate... maaal, mal!

que se coma la herramientita ¬¬

ya me voy a seguir con ossita!
besos, shaau!

Piars

Anónimo dijo...

ola!
esta wena xp

y eso..
xau!
>.<
q tis bn =)
cuidate!

ya nos vemos :)

Anónimo dijo...

Ooooooh!!! tofy!! ta muy hermoso!!! *---*

Casi lloro T___T!!!!

Te amo!
Besos!

Nicolita >w<

Cine de la Chile dijo...

···3 oie escribes bien interesante ^^

···3 y fotografías como las diosas xD xD xD

···3 kiero mas fotosssss (babaaaa) xD xD xD LOL

···3 besos niña!

Flamingo.

Anónimo dijo...

Siempre dije que esta chica escribia como los dioses xD.

Adiviná quien soy.

PD: Quitale el acento argentino che xD.

Jeshu~ dijo...

=O
que liiiiidno *O*


pd: me da paja actualizar el blog, pero tengo varias cosas en mente para escribir.